PARTE II (01:26-03:02):
“Dios mío, si yo tuviera un corazón,
escribiría mi odio sobre el hielo,
y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de Benedetti,
y una canción de Serrat
sería la serenata que le ofreciera a la luna.
Regaría con mis lágrimas las rosas,
para sentir el dolor de sus espinas,
y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar un sólo día
sin decirle a la gente que quiero,
que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre
que son mis favoritos
y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría
cuán equivocados están al pensar
que dejan de enamorarse cuando envejecen,
sin saber que envejecen
cuando dejan de enamorarse…
A un niño le daría alas,
pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte
no llega con la vejez,
sino con el olvido”.
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